El concepto de la presente serie de documentales

 

La idea de llevar a cabo una serie de documentales se me ocurrió por primera vez durante la pandemia, ya que en esa época estuve revisando y escaneando miles de fotos que había tomado durante mi estancia en España. Junto a quien fue mi mujer en aquel entonces, viajé a lo largo y ancho de la Península Ibérica cada vez que nuestro trabajo de profesor nos lo permitía. Mis conocimientos previos de fotoperiodismo me guiaron en la búsqueda de historias allí donde fuéramos. 

​

Hubo muchas historias: un picnic fuera del Estadio Olímpico viendo pasar la antorcha de camino hacia su interior (demasiado tacaño como para pagar cien dólares por asiento y ver así a la ceremonia inaugural desde las gradas), y seguir la flecha ardiendo hasta llegar a lo más alto del muro del estadio para encender la llama oficial de los juegos; verme en una conferencia de prensa y saludar al presidente de Cataluña, Jordi Pujol, utilizando un carné de prensa viejo que tenía y contando, eso sí, en el hecho de ser un americano ataviado con muchas cámaras; y descubrir que cada pequeña ciudad y pueblo tienen su único y fantástico festival acompañado de música, comida y a menudo comportamientos extravagantes y peligrosos fruto de la bravuconería, como La Patum, donde un paso en falso podía literalmente llevarte a morir pisoteado, una figura gigante de papel maché podía golpearte hasta dejarte inconsciente, o bien podías acabar desfigurado para el resto de tu vida con quemaduras de tercer grado por la pirotecnia que unos demonios llevaban encima bailando estratégicamente en medio de la multitud.

​

Mientras anotaba y registraba las historias que volvían a mí gracias a las fotografías, mi familia y yo veíamos todos los documentales sobre viajes que encontrábamos en plataformas tipo Netflix, Curiosity Stream o PBS. Nos esforzamos al máximo para viajar a través del otro cuando otra opción no era plausible: desde el mundo poético y dramático de Werner Herzog y sus «Encuentros en el Fin del Mundo», hasta la rústica pero interesante serie de documentales francesa «La Ruta de la Seda» de Alfred de Montesquiou. Desde ya hacía mucho tiempo había abandonado la fotografía como vocación para enseñar ciencias durante varios años, dedicarme a la ingeniería y grabación de sonido, componer canciones, pilotar pequeños aviones y aprender y ejercer como médico. Pero en los últimos años mi pasión por las imágenes se había reavivado al aventurarme en el mundo de la producción de vídeos. Mientras veía muchos de estos documentales, los rehacía en mi cabeza. Entonces me di cuenta de que yo también tenía muchas historias por contar sobre una vida en tierras extranjeras… Mi España había nacido.